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Foto de Concurso Leer a Martí. Edición 2001. El presidio en Martí

Concurso Leer a Martí. Edición 2001. El presidio en Martí

7/5/2021
Por: Jessica Álvarez Bellas, Biblioteca Nacional José Martí

Lean esta obra escrita por una niña de 11 años y 6º grado que fue ganadora en el Concurso Leer a Martí del año 2001, provincia Villa Clara, profundidad en el texto.

 Martí me habla del presidio

Por Yusleidys González Rodríguez

Corría el mes de enero y como todos los años en la biblioteca de mi escuela quedó montada la exposición en homenaje al natalicio del Apóstol que refleja su vida y obra. Entre las fotos allí expuestas me impresionó grandemente una donde un joven de apenas 17 años vestía el traje de presidiario, tenía la cabeza rasurada y de la cintura al tobillo se podía ver claramente la cadena que sostenía el grillete que tuvo que arrastrar penosamente el preso número 113 en las canteras de San Lázaro, por el solo delito de amar a la patria. Me interesé mucho en eso, pues le pregunté a la bibliotecaria sobre cuando él estaba preso. Ella me orientó y ese mismo día leí los fragmentos de ´´El presidio político en Cuba´´ que aparecen en el libro Lecturas para niños de Hortensia Pichardo, y mi motivación fue tal que continué mi búsqueda bibliográfica hasta que ya en mis manos tuve la obra completa escrita por él para que no quedara un solo español que no reconociera los crímenes que su país cometía en nuestra querida isla bajo el nombre de ¡Integridad Nacional!

Desde que inicié la enseñanza primaria leo a Martí. Su libro La Edad de Oro casi lo puedo relatar a ojos cerrados y el Cuaderno Martiano 1 amplió mis conocimientos. La pieza teatral ´´Abdala´´ me ayudó a comprender con más claridad lo que es el amor a la patria, pero nada es comparable con el sacrificio de aquellos presidiarios que Martí describe y narra en esas páginas.

En una acampada, mientras todos dormían, yo contemplaba una hermosa cascada que se veía desde el campamento. ¡Qué sorpresa! Desde la transparencia del agua se dejó ver una figura humana. Abrí mis ojos tan grandes y vi a nuestro gran maestro. Hablé con él sobre cuando estuvo en el presidio. Me contó los trabajos que allí pasaron y los crímenes horrendos de ese lugar. Me expresó cómo sufría más por los demás que por él mismo.

-muchas veces lloré en silencio- me dijo con voz entrecortada-, lloré la agonía de Lino Figueredo, el niño de 12 años cuya imagen no olvidaré jamás

- ¡Martí, Martí! - le dije, y le supliqué que me contara alguna otra anécdota de aquel lugar-

-me miró sonriendo y lleno de amor- me contestó. Muchas tengo para contar, pero siento que las palabras no son suficientes para comprender cómo el dolor del presidio seca el alma y mata la inteligencia. ¡Ay hija mía!, únicamente podría comprender aquella agonía quien estuviera allí dentro y viera al negrito Tomás, a Lino o a Nicolás del Castillo, esas fueron las víctimas que más hirieron mi corazón. Ya puedes imaginar, niña mía, cuánto sufrió mi alma, sin poder remediar el dolor de aquellas inocentes criaturas que ni siquiera sabían por qué estaban allí, ¿ahora comprendes por qué no debía sufrir por mí, sino por ellos?

- ¡Ahora comprendo! –repuse-, por qué Ud. Dice en el libro que no fue más que una gota de sangre caliente en un montón de sangre coagulada.

Con gran tristeza lo vi desaparecer sutilmente y escuché ya su voz apagada en la lejanía como en un leve susurro:

-Visita tu biblioteca, lee cuanto puedas sobre mi vida y mi obra. No desaproveches lo que la Revolución bajo la guía de Fidel ha puesto en tus manos, y edúcate como yo soñé, porque vives en un país libre, donde ´´nada hay más importante que un niño´´.