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Foto de Correo desde la Isla de la Dignidad. Hart en la Historia IX.  El Ministro de Educación del primer Gabinete del Gobierno Revolucionario 1959-1965 (en dos partes)

Correo desde la Isla de la Dignidad. Hart en la Historia IX. El Ministro de Educación del primer Gabinete del Gobierno Revolucionario 1959-1965 (en dos partes)

16/7/2020
Por: Eloisa M. Carreras Varona , Biblioteca Nacional José Martí

La victoria del 1º de enero de 1959 alcanzada con un abrumador apoyo popular, abrió el camino para una profunda transformación del país en todos los terrenos. Los programas educacionales, culturales y científicos se colocaron desde entonces en el vórtice de las aspiraciones y necesidades inmediatas del pueblo cubano; los retos estaban ahí y había que enfrentarlos.

El local del antiguo Ministerio de Educación estaba situado en esos primeros días de enero de 1959, en un vetusto caserón en La Habana Vieja, donde en los primeros años de la República funcionaba la Cámara de Representantes. Allí llegó Armando Hart inspirado en la tesis política de que "no puede haber Cultura si antes no hay sensibilidad, no puede haberla si antes no existe capacidad para la comprensión de nuestros problemas sociales"  y en la medular idea del pensamiento martiano: "Ser culto es el único modo de ser libre"  (que desde entonces se convirtió en el lema revolucionario del Ministerio de Educación).  

El legado martiano y de toda la tradición filosófica electiva cubana decimonónica, comenzó a hacerse realidad por primera vez en la patria cubana; por eso, entre las prioridades del Ministerio de Educación estuvieron: extender la enseñanza a toda la población en edad escolar y lograr la alfabetización de la población adulta; promover una Reforma General de la Enseñanza sobre el fundamento de brindar una Educación científica e integral y una formación ética y patriótica inspirada en la cultura cubana de raíces martianas; facilitar la comunicación y fortalecer los vínculos entre la familia, la escuela y la comunidad como elemento central para el empeño educativo; promover y auspiciar la participación del pueblo en las tareas a cargo del Ministerio de Educación; procurar estrechas relaciones con las organizaciones sociales y de masas; y disponer para garantizar estos fines, la descentralización administrativa y técnica del aparato del Ministerio de Educación. Al mismo tiempo, se garantizó la continuidad de los estudios a los que ya tenían cierto grado de escolaridad; se emprendió la organización de cursos para los obreros, los campesinos y los trabajadores en general a fin de que pudieran lograr niveles superiores, con los cuales sirvieran mejor al desarrollo económico-social del país y se puso especial énfasis en los objetivos de la liberación y el enfrentamiento al imperialismo, entre otras trascendentales medidas.  

 Hart le otorgó una importancia singular a la Educación y la Cultura en la transformación revolucionaria y moral de la sociedad y al respecto afirmó: “El Ministerio de Educación hasta aquí, ha sido la base politiquera en la que se han asentado cada uno de los gobiernos de turno hasta Batista, pero la Revolución se asienta únicamente en los ideales por los que ha luchado el pueblo cubano y sobre ellos levantaremos la nueva escuela pública, de la cual dependerá la continuidad histórica y el mantenimiento del ideal revolucionario, de ahí lo delicado de las funciones encomendadas a este organismo”. 

A mediados del siglo XX, Hart se convirtió en heredero y continuador de las ideas y proyectos educacionales de los principales representantes del pensamiento filosófico, político y pedagógico de más de dos siglos de historia que, desde José Agustín Caballero, Félix Varela, José de la Luz y Caballero y José Martí, han conducido a las ideas que hicieron síntesis en el carácter singular del proceso revolucionario cubano. Por supuesto que, sus ideas en el plano teórico de la Educación, defienden la cubanía y la tradición pedagógica y patriótica nacional en primerísimo lugar. En ese sentido debo subrayar que su hacer, está inspirado en el Método electivo del conocimiento de la corriente del electivismo filosófico cubano y que toda su creación ha surgido de la práctica política convertida en una fuente testimonial por la que transita toda la historia ideológica y teórica de la Revolución. No olvidemos que, al decir de Hart, dentro de la tradición cultural cubana, el propósito de elegir va orientado a hacer prevalecer la integralidad de la cultura para orientar el camino hacia la práctica de la justicia; estas concepciones se relacionan con los conocimientos que adquirió de los principales representantes del pensamiento filosófico cubano electivo. 

Siempre consideró que era necesario reivindicar el electivismo cubano y por eso saludó con orgullo que, el electivismo fuera enarbolado frente a los peligros que entrañaban las posturas filosóficas dogmáticas, que en su opinión no permiten concretar la esencia transformadora del hombre en su entorno y realidad. Para él, los padres fundadores de nuestra Patria, supieron nutrirse de lo mejor del pensamiento universal y elegir lo mejor de todos los Sistemas, para conformar un pensamiento propio, diferente y creativo, el pensamiento cubano que diera respuesta a nuestras necesidades y urgencias como nación y país. Por eso subrayó con énfasis, si el método electivo en la búsqueda del conocimiento y los caminos de la acción los relacionamos con el principio lucista “la justicia es el sol del mundo moral” y con el propósito del Apóstol de echar la suerte con los pobres de la tierra y sus ideas en relación con el “equilibrio del mundo”, tendremos un núcleo central del pensar filosófico cubano de incalculable valor para fundamentar el quehacer pedagógico y la política culta; por ello afirmó:

La conjugación en la escuela cubana desde sus orígenes mismos entre un enraizado pensamiento cristiano y una profunda vocación científica, tal como se expresó en Varela, produjo, a partir del combate contra las injusticias ejemplificados en la esclavitud y en la explotación colonial, una Cultura a la que le fue extraño el dogmatismo y en la que se exaltó el humanismo. No hubo en ese genuino pensamiento cubano intolerancia, hubo fraternidad y amor a la causa humana en su sentido más puro. Varela a lo largo de toda su extensa y enjundiosa obra, nos dejó un legado de carácter pedagógico, en el cual las ideas de esta índole están imbricadas con las filosóficas y las políticas, porque no se propuso entregar definiciones terminadas de la enseñanza y la Educación; sino que nos legó una combinación de normas y principios que nos expresan su inclinación hacia ese cardinal problema que es la Educación. 


En ese sentido, afirmó Hart, Caballero nos enseñó a pensar, Varela nos enseñó el camino; Luz nos enseñó a estudiar y conocer y Martí, con su inmensa sabiduría, descubrió los secretos del hacer y por tanto –para decirlo con una expresión de Lezama Lima- Martí nos enseñó a actuar. 

Por todo ello, en relación con el ideario o pensamiento educativo de Hart, se puede afirmar que el mismo se fundamentó, en el cuerpo de las ideas y pensamientos de los principales representantes de la tradición electiva cubana, de su contenido profundamente antidogmático y científico, ético-patriótico-nacionalista, independentista-liberador-democrático-popular, autóctono-creativo, de inspiración martiana; en el que se hace explicito su ideal de Patria ─tal como la soñó Martí─, en el que impera la Justicia y la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos sin excepción. Estas ideas fueron concebidas desde que Hart se inició en la lucha estudiantil insurreccional contra la dictadura, en las calles y plazas de Cuba y las mismas terminaron de fraguar en la dura clandestinidad y la prisión que durante largo tiempo tuvo que sufrir. Nos encontramos aquí ante un pensamiento propio que, sin dudas, bebió de la tradición a la que se ha hecho referencia, como su prístina fuente nutricia; esas ideas fueron concebidas, imaginadas y dibujadas por Hart, hasta en sus contornos más sutiles.

Asimismo, Hart emprendió una intensa batalla por la reorganización y transformación radical de la realidad que encontró y encaminó sus primeros pasos hacia la tecnificación del Ministerio de Educación. 

Desde los primeros días de enero de 1959, tuvo a su cargo la aplicación del Programa Revolucionario en el Ministerio de Educación, lo cual significó extender los servicios educativos a toda la población cubana. Con ello dio continuidad a la labor iniciada en las montañas por el Ejército Rebelde, a partir de la Orden Militar N° 50 de la Ley Orgánica del Departamento de Educación del Segundo Frente Oriental Frank País. 

Como el Ministerio de Educación es esencialmente técnico, asentó sus labores en el apoyo y los conocimientos de los mejores pedagogos y especialistas que existían en el país al triunfo de la Revolución; los únicos requisitos que exigió a sus  colaboradores fueron: “total limpieza moral, honestidad y profundos conocimientos profesionales.”  La tradición patriótica de las ideas educacionales cubanas inspiró su política. Aquellos calificados profesionales ─que trabajaron junto a él─ le informaron quiénes eran los mejores técnicos y pedagogos de todo el país y ellos mismos constituyeron el núcleo inicial de los especialistas que ayudaron a forjar las directrices del nuevo Ministerio de Educación y fueron los encargados de crear los nuevos programas que se emprendieron para la transformación de la Educación cubana.

Las primeras y urgentes medidas tomadas por el Ministerio de Educación, mostraron el cambio radical con respecto a la política anterior y marcaron el ordenamiento y moralización administrativa de la docencia en Cuba, la renovación, la reorganización, la descentralización, la participación de las masas, la promoción de nuevos cuadros y especialistas honestos, más capaces técnicamente y no comprometidos con el pasado.

Tras la intervención yanqui y a lo largo de la primera mitad del siglo XX, el pueblo cubano estuvo sometido al neocolonialismo impuesto por el gobierno norteamericano. La situación de la Educación  era caótica, el país estaba urgido de una transformación integral en el orden académico, pedagógico y educativo en todos los tipos enseñanza. La cruel y precaria realidad que se padecía estaba signada por la escasez de recursos; los maestros preparados para los cuales no existían aulas, ni dinero para poder construirlas; la instrucción se daba en forma combinada por escuelas públicas y privadas en todos los niveles, pero las condiciones económicas y el poco esfuerzo gubernamental en este frente, impidió que abarcara a toda la población; el presupuesto para la Educación era bajísimo y fue objeto cotidiano del robo de los funcionarios corruptos del país. 

Hart recordaba con insistencia que cuando recorría el territorio nacional y conversaba con el pueblo sobre sus necesidades más inmediatas, la petición y demanda generalizada que la población le hacía eran: médicos y maestros. Claro que, en el momento que triunfa la Revolución, en el país también se carecía de una infraestructura para atender los problemas de la población. Téngase en cuenta que una encuesta que realizó el Ministerio de Salud Pública ese primer año arrojó que el noventa y nueve por ciento de los alumnos de las escuelas rurales padecían de parasitismo. Es por ello que el propio Ministerio de Educación, también se encargó de cooperar con el personal de las escuelas para combatir eficazmente las enfermedades y llevó adelante una intensa campaña de Educación referente a la higiene y la divulgación sanitarias.

Una de las tareas priorizadas por Hart, desde su entrada al Ministerio de Educación, fue ir, paso a paso, hacia la tecnificación, pero las labores de sanear este organismo resultaban difíciles, porque poner las cosas en su justo lugar siempre genera situaciones delicadas y un periodo de desajustes, con las consecuentes inconformidades de algunas personas. Sin embargo, en ningún caso la tecnificación significaba que las funciones educativas quedarán al margen de la vida política del país, porque  para Hart, política y técnica educativa no son incompatibles, cuando la primera tiene por objetivo el bien social.

Asimismo, se ocupó de los asuntos referidos al desarrollo de las escuelas técnicas, la creación de la Imprenta Nacional y la descentralización del Ministerio en un doble aspecto: el territorial, por provincias y municipios y por secciones, de la enseñanza primaria, secundaria, universitaria. En ese sentido, explicó que la descentralización de las labores administrativas del Ministerio, era uno de los primeros pasos revolucionarios que se debían acometer, para poder llegar a la verdadera y total transformación de la Educación cubana. Ese tema era cardinal para el futuro del país, pues con ello se eliminaría el efecto pernicioso de la excesiva centralización burocrática, en el que la solución de cada detalle, por pequeño que fuese, estaba en las manos del Ministro. Esto quiere decir que, al aplicar previsoramente la descentralización administrativa, dio a las organizaciones o direcciones provinciales y municipales de este ramo, facultades resolutivas. Pero en sus manos mantuvo la tarea esencial del Ministerio, a la cual se consagró por completo y esa fue: orientar y trazar la Nueva Política Educacional del Estado cubano, así como coordinar adecuadamente los servicios y las normas generales de supervisión que salvaguardaron su progresivo perfeccionamiento. La descentralización administrativa fue un paso de avance que contribuyó en todos los órdenes al desarrollo de la Nueva Política Educacional puesta en práctica; ello no le quitó al Ministerio autoridad, por el contrario, la fortaleció, pues ese organismo de dirección necesitaba tiempo para dedicarse por entero a su tarea esencial, la orientación y dirección de la Política Educacional Cubana.

Mientras que para el Ministro revolucionario el tiempo transcurría saturado de renovadas energías de creación, imaginando y forjando la nueva era de Cuba, junto al pueblo y bajo la dirección de Fidel; los mediocres, cobardes y traidores que aún permanecían en nuestro país, al sentir que todo cambiaba radicalmente para ellos, trataron de hacer retroceder la Revolución y la atacaron directamente con la puesta en práctica de todo tipo de planes contrarrevolucionarios. Es por ello que uno de los principales retos que tuvo que sortear fue, ver convertido el Ministerio de Educación en uno de los escenarios en los que se libró ese duro enfrentamiento y del cual salió triunfante. Ante cada medida revolucionaria dictada, surgía una respuesta demagógica de la reacción que, al ver frustrados sus planes y perjudicados sus principales intereses y anhelos, intentaban mantenerlos a toda costa.  

Otra tarea estratégica que enfrentó con éxito en el Ministerio de Educación, fue la conversión de los cuarteles en escuelas,  porque ello representó el desplazamiento de la fuerza militar por la organización escolar. La tarea de reformar esos recintos en algo útil para la sociedad, constituyó un gran reto político y educacional para el naciente gobierno revolucionario. Hay que pensar la faena que significó la modificación y transformación de esos antiguos inmuebles que habían sido ocupados hasta ese momento para las funciones propias de establecimientos militares, en escuelas. El Ministro de Educación se ocupó personalmente y con atención preferente, de los cambios, ampliaciones e innovaciones constructivas que fueron necesarias para crear las Ciudades Escolares, así como de la edificación de otros nuevos centros adecuados para estos fines. 

El déficit educativo que se había acumulado en el país hasta enero de 1959, era descomunal, al punto que no podía resolverse por la vía tradicional, ni siquiera podía solucionarse otorgando a la Educación un gran presupuesto del Estado. Para solucionarlo, Cuba debía dar un giro revolucionario. Había que luchar intensamente para que ni un solo niño se quedara sin tener su pupitre, su aula y su escuela. Se debía enseñar a las nuevas generaciones a “vencer en la batalla por la cultura general y contra el analfabetismo, con el concurso de todos y con la voluntad política del país”;  por eso insistió que se tenía que rehabilitar la escuela pública cubana, pero que en esa cruzada no podía faltar “una Filosofía de la Educación, porque de otro modo no se puede llegar a ninguna conclusión valedera". 

En esa cruzada contra la ignorancia, se tuvo que enseñar a las nuevas generaciones de cubanos a vencer en la batalla por la cultura general integral y contra el analfabetismo con el concurso de todos y con la voluntad política del país; porque esa lucha solo se pudo llevar adelante, armados de una Filosofía de la Educación.

Asimismo, el Ministro de Educación laboró en el nuevo ordenamiento legal del sistema educacional, para dotarlo de una nueva legislación revolucionaria, lo que resultó decisivo para su radical transformación. Esta legislación incluyó leyes muy flexibles en su articulado y otras disposiciones transitorias, lo que le otorgó la posibilidad del perfeccionamiento a las medidas que en la práctica no rindieran el resultado esperado, lo cual significó un encomiástico sentido previsor, porque permitió el perfeccionamiento permanente de las labores en el Ministerio de Educación. 

Los expertos en materia legal destacan por su trascendencia varias de las leyes que en el mismo año 1959,  fueron promulgadas por el Ministro de Educación, como muestra de la aplicación del Programa de la Revolución en ese importante organismo; lo que significó la posibilidad de la extensión de los servicios educativos a toda la población cubana, y la transformación de ese Ministerio. Se puede afirmar que una de las gestiones trascendentales que llevó adelante con gran éxito el nuevo Ministro de Educación, fue el Nuevo Ordenamiento Legal de todo el sistema educacional del país, lo que le permitió dotar a ese ministerio de una Nueva Legislación Revolucionaria, la cual incluyó leyes de gran originalidad, en las que se exaltaban los valores que permitieron encauzar el proceso revolucionario, asimismo las leyes en su formulación teórica y en su concreción en la práctica demuestran cómo el Dr. Hart logró plasmar en las mismas, los principios pedagógicos y filosófico-educativos de la filosofía electiva, que inspiraron su ideario.

Para dar inicio al cumplimiento del Programa y del Proyecto Educativo que se debía ejecutar por el Ministerio de Educación, había que comenzar por dictar las Resoluciones necesarias, no solo para cambiar el estado de cosas existente, sino para crear lo nuevo, porque en la Educación en Cuba prácticamente todo estaba por hacer; en el Año de la Liberación, su más importante misión fue trabajar en la Educación por la Revolución.

Hay que subrayar que Hart fue un político, con un ideario y una vocación pedagógica explicita, el cual nos revela sus condiciones excepcionales como maestro y educador, al punto que fue capaz de sentar las bases del Proyecto de Educación Revolucionario, que en su aplicación práctica estuvo en permanente y continuo perfeccionamiento y transformación, en beneficio de la elevación del nivel educativo y cultural del pueblo cubano.

Hart aseguró que, desde los orígenes de nuestra nacionalidad, se reveló una aspiración a alcanzar una síntesis integradora entre la Educación, la Ciencia, la Economía, la Ética, el Arte, en fin, la Cultura, en sus más variadas expresiones y que la escuela del padre Caballero, de Varela, de Luz y Caballero, y de Martí, tienen en su esencia esa aspiración de síntesis e integración de lo mejor de la Cultura universal. En ese sentido Hart ha afirmado que, las doctrinas europeas, que penetraron en Cuba durante los siglos XIX y XX, con sus “ismos ideologizantes”, al contacto con nuestra realidad y los dramáticos problemas generados por la injusticia social, se transformaron en su propia esencia en una propuesta teórica diferente; en la cual el pensamiento se abrió hacia la práctica y la transformación social, con la aspiración de llegar a servir a la causa de los humildes y desposeídos, tal como lo expresó Martí. Hombres como José Agustín Caballero, Félix Varela y José de la Luz le abrieron, desde el pensamiento y el sentir cristianos, caminos revolucionarios al pensamiento científico, social, político y pedagógico.

Hart en la práctica enriqueció el acervo teórico y metodológico de la Pedagogía cubana, como una de las Ciencias Sociales que se ocupa de la Educación integral de la personalidad. Si estudiamos sus discursos, artículos, ensayos y epistolario, entre otros textos, encontraremos las claves de su concepción filosófica acerca del hombre, su mejoramiento permanente y por ende de su educabilidad, en cuya esencia se encuentra la ética, la moral y los valores, como parte consustancial al ser humano. Para Hart en la Revolución Cubana, la Educación se transformó en un fenómeno y proceso social general, transformador y creativo. De igual modo, llamó la atención sobre los aspectos imprescindibles para entender la labor educativa y sus relaciones con la Ideología y la Política. Por ello reclamó la participación decisiva de los educadores en el perfeccionamiento del Socialismo cubano y en la profundización del conocimiento de los hilos conductores que entretejen la trama de los acontecimientos y de las ideas de las personalidades más relevantes de la Historia Patria, entrecruzadas con el acervo cultural de la humanidad. En la lógica de sus análisis, a lo largo de su obra se revela una Metodología para el estudio de los acontecimientos históricos, así como en la valoración de las personalidades, para comprender su época, la continuidad, la vigencia, actualidad y necesidad de su estudio, para entender el momento presente y pensar el futuro.