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Foto de Los tabaqueros cubanos y la prensa, una historia en común

Los tabaqueros cubanos y la prensa, una historia en común

18/5/2020
Por: Mabiel Hidalgo Martínez, Biblioteca Nacional José Martí

Cuba huele a tabaco, exquisita fragancia que la distingue en todo el orbe desde la conquista y colonización española hasta nuestros días. La preciada y aromática hoja nos privilegia por ser la tierra del mejor habano en el mundo, y ha sido el sustento de obreros, la fortuna de algunos y el deleite de muchos, a pesar de que las autoridades sanitarias advierten: “Fumar daña su salud”.
“Entre los trabajadores cubanos, los que más se han distinguido siempre, no tan solo por su actuación en el campo de las reivindicaciones sociales sino también por su acendrado amor a la patria, a la democracia y a la cultura, han sido los tabaqueros”.  En ellos confió Martí durante su estancia en Cayo Hueso, Tampa y Nueva York y de ellos recibió valioso apoyo para la preparación de la Guerra Necesaria.
Cada 29 de mayo se celebra el Día del Trabajador Tabacalero Cubano. La conmemoración honra el natalicio del Capitán de la clase obrera, Lázaro Peña, quien laboró desde muy joven en una tabaquería y en gran medida alimentó su talento de líder sindicalista en el ambiente fabril, a través de instructivas lecturas, junto a hombres y mujeres humildes que trabajaban largas jornadas para mantener sus hogares. 

Nuestra clase tabacalera tiene una rica historia. El primer gremio obrero organizado en Cuba fue la Asociación de Tabaqueros de La Habana, en la temprana fecha de 1866 , establecida poco tiempo después de haberse fundado La Aurora, primer periódico obrero publicado en la Isla, dedicado a los artesanos. Diario y asociacionismo fueron claves en la labor de orientación, propaganda y reclamación de derechos para los trabajadores del sector. Pero también para instaurar una actividad que se convirtió en tradición y esencia de las fábricas de tabaco: la lectura en tabaquería.
Según las investigaciones de José Rivero Muñiz, publicadas en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, la implantación de tan provechosa práctica permitió que los tabaqueros adquirieran una verdadera conciencia de clase con anterioridad a otros sectores del proletariado en el país. La lectura en tabaquerías tuvo como precursor al intelectual Nicolás Azcárate, fundador del Liceo de Guanabacoa, y se instauró por iniciativa de Saturnino Martínez, obrero de la fábrica Partagás, inspirado en la lectura en las galeras, realizadas en el Arsenal del Apostadero de La Habana.
El Fígaro, propiedad de José Castillo y Suárez, sito en Sitios y Ángeles, resultó el primer taller que implantó la lectura de tabaquería en el país, el 21 de diciembre de 1865 . El lector, previamente seleccionado por la masa de obreros, recibía una cuota que abonaba cada operario. La lectura de la prensa periódica, la mayoría de las veces, daba inicio a la jornada de instrucción, información y entretenimiento.
Así como la novedosa y útil práctica de lectura en tabaquería tuvo grandes adeptos, también tuvo violentos detractores y no estuvo exenta de censura. El provecho e importancia de su práctica se afianzaron con el tiempo y una enjundiosa historia puede escribirse en cuanto a variedad de tribunas, cultura aportada, diversidad de voces, correcta dicción y distinción de los lectores. Para Martí significó “la tribuna avanzada de la libertad” y el pedestal de elocuentes y sentidos discursos. 
En la segunda mitad del siglo diecinueve La Aurora y El Siglo se convirtieron en los órganos de prensa por excelencia de la clase tabacalera cubana. Durante la república el panorama cambió, los diarios dedicaron pocos espacios a divulgar la labor de los tabaqueros, sus condiciones de trabajo, inconformidades y explotación proletaria, en cambio reconocieron los mejores artículos publicados sobre el sector y su impacto en la vida económica y social del país.
El 19 de noviembre de 1942 dieron a conocer las bases del premio periodístico “Rodrigo de Xérez” que instituía la Comisión Nacional de Propaganda y de Defensa del Tabaco Habano, adscripta al Ministerio de la Agricultura. El concurso premiaba aquellos artículos publicados en la prensa radial y escrita relacionados con la exquisita hoja de la que Cuba es orgullo dentro y fuera del territorio nacional.
El concurso rendía tributo al navegante español Rodrigo de Xérez, quien en tierras cubanas es considerado el “primer repórter que diera fe del hallazgo de la aromática hoja”.  Los premios, durante los primeros años, tenían un valor de trescientos, doscientos y cien pesos respectivamente, además, incluía el estímulo, un estuche de tabacos habanos y diploma. Las bases del concurso serían modificadas en los siguientes años, reduciendo el número de premios y la cuantía en metálico.
Los participantes se dividían en dos grupos: periodistas colegiados y escritores no colegiados, requisito que lo diferenciaba de la mayoría de los concursos periodísticos desarrollados durante la etapa republicana, que solamente admitían periodistas con colegiación. Eran claves “la originalidad, interés, estilo, sensacionalismo, provecho a los asuntos tabacaleros y cualquier otro mérito susceptible de ser considerado al objeto de aquilatar su importancia y trascendencia”.  Los premios se entregaban en acto público el 24 de febrero de cada año, en ocasión de celebrarse la efeméride de homenaje nacional al tabaco habano.
Prestigiosos periodistas y escritores resultaron galardonados, entre ellos, Osvaldo Valdés de la Paz, por su artículo “Tabaco”, publicado en El País, en septiembre de 1943, quien resultó doblemente premiado en 1948. Engrosaron la lista de ganadores los periodistas y profesores de la Escuela de Periodismo “Manuel Márquez Sterling”: Octavio de la Suarée, Víctor Bilbao, y Lisandro Otero Masdeu. También fueron laureados Arturo Alfonso Roselló, Enrique Labrador Ruiz, Antonio Iraizos, Ana Luisa Irigoyen, Emeterio Santovenia, entre otros.
Predominaron los trabajos en prensa escrita por encima de la radio y la televisión. Entre las temáticas en torno al uso e importancia del tabaco, a modo de balance general, destacaron la exaltación del trabajo de los obreros del sector, los tabaqueros, la identidad del cubano con dicho producto, la necesidad de establecer una política tabacalera y la incidencia del tabaco en la vida de hombres como el propio Rodrigo de Xérez y Fernando Fernández, célebre actor mexicano.
A lo largo de varias décadas, las voces de los tabaqueros cubanos se hicieron notar a través de marchas, congresos y conferencias que reclamaban mejoras salariales y protección laboral. En la actualidad el sector tabacalero se prestigia con tradiciones que lo comprometen cada jornada y los medios impresos y digitales, la radio y la televisión, reflejan el devenir de un gremio, sus conquistas, aportes y retos.
Este mes de mayo - mes de los trabajadores- luego de escuchar las noticias nacionales y extranjeras a través de la prensa e instructivas lecturas, los tabaqueros desde sus mesas sonarán las chavetas como muestra de crecimiento, admiración y respeto a su historia.



       
  

Foto de Foto. Generoso Funcasta. Lector de Tabaquería 1930. Fototeca BNCJM. Foto. Generoso Funcasta. Lector de Tabaquería 1930. Fototeca BNCJM.