Efemérides


30/Mayo

Nacido el 30 de agosto de 1911 en Güira de Macurijes, en la provincia de Matanzas, Arsenio Rodríguez alcanzó un lugar cimero dentro de la música popular cubana. Atendiendo a su genialidad como músico y por carecer del sentido de la vista resultó identificado como El Cieguito Maravilloso.

Espontáneo tresero, puesto que aprendió a tocar este instrumento en forma autodidacta, y compositor por pura intuición, hizo un aporte significativo a la música en Cuba al crear un nuevo tipo de agrupación que transformó el modo de interpretar el son.

En 1930 tuvo la iniciativa de agregarle al formato de los tradicionales septetos un piano, tres trompetas y una tumbadora, lo cual constituyó una verdadera revolución dentro de la música popular cubana.

En 1950, abrumado por la insoportable situación económica imperante en Cuba, Arsenio Rodríguez decidió viajar a los Estados Unidos de América donde continuó desenvolviéndose dentro del quehacer artístico.

Además de su aporte como innovador en la música cubana Arsenio Rodríguez sobresalió como compositor. Entre sus creaciones se encuentran las tituladas Nacer y morir, Feliz viaje, Hacerte venir, Cárdenas, Me siento muy sólo, Contéstame, Fuego en el 23, Lo dicen todas, Dile a Catalina, y por supuesto una que alcanzó tremenda popularidad la titulada La vida es un sueño, inspirada en un momento de tristeza en su vida cuando comprendió que su ceguera era algo irreversible.

Arsenio Rodríguez también fue un precursor del mambo. Él utilizó desde sus números iniciales una base ritmática de origen congo que mezclada con pasajes instrumentales ejecutado por las trompetas daban los elementos definidores del nuevo género que él denominaba como dialogo.

Hoy: 30/05 El 30 de mayo de 1937 por iniciativa del famoso etnólogo cubano Don Fernando Ortíz, la música yorubá ocupa, por primera vez en nuestro país, los escenarios teatrales.

En el teatro Campoamor, de La Habana, fue presentado un concierto afrocubano auspiciado por la Sociedad Hispano-Cubana de la Cultura.

La velada, a cargo de tambores batá y un coro mixto, comenzó con una invocación a los dioses africanos, pronunciada por el propio Fernando Ortíz. El eminente intelectual narró al público episodios históricos de la presencia yorubá en Cuba, y comentó en torno a los aportes culturales traídos a la Isla por los esclavos africanos.

Tras una detallada explicación de la complejidad sonora y ritual de los tambores batá, Don Fernando Ortíz presentó a los músicos que ofrecieron el concierto, entre los cuales estuvo Jesús Pérez, un virtuoso en la ejecución y fabricación de tambores que integraría, años más tarde, el núcleo fundador del Conjunto Folklórico Nacional.

Con su impecable actuación en el teatro Campoamor, Jesús Pérez y los demás integrantes del elenco ofrecieron una clase magistral reveladora de la decisiva presencia de la cultura africana en las raíces mismas de nuestra identidad.

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