Efemérides


30/Mayo

No puedo ser feliz, Cuando tú me quieras, Al fin amor, Profecía, Te espero en la eternidad, Es tan fácil mentir… todos estos títulos de creaciones musicales y muchos más forman parte de la fecunda obra de un importante compositor, músico y director de orquesta cubano, el maestro Adolfo Guzmán, cuyo fallecimiento se produjo el 30 de julio de 1976 en La Habana.

Nacido también en la capital cubana el 13 de mayo de 1920 desde pequeño realizó estudios relacionados con el piano y armonía y siendo muy joven mostró sus excepcionales cualidades. En 1934 , cuando tenía 14 años, compuso lo que fue su primera creación musical, un vals que tituló Marina. Dos años después, cuando todavía era un jovenzuelo formó un dúo con el cantante Floro Acosta, dúo que fue acogido con grandes muestras de simpatía por parte del público.

En 1936 comenzó a trabajar como pianista acompañante en la Compañía de Variedades Infantiles que funcionaba en el teatro Martí.

En 1938 un hecho realmente casual propició que Adolfo Guzmán cobrara cierta notoriedad como pianista. Había llegado a la capital cubana un grupo musical sudamericano y en un momento determinado se hizo necesario la presencia de un pianista cubano y fue así que Guzmán entró a formar parte de dicha agrupación con la que se mantuvo actuando hasta 1943. Por esa época desempeñó las funciones de pianista acompañante de grandes figuras internacionales que visitaron Cuba. En los años cincuenta Adolfo Guzmán también trabajó en la televisión y a la vez creó en este período varias de sus más significativas composiciones. Después de 1959 Adolfo Guzmán además de su labor específica como compositor, instrumentista y director de orquesta, igualmente atendió diversas responsabilidades en distintas instituciones.

Hoy: 30/05 El 30 de mayo de 1937 por iniciativa del famoso etnólogo cubano Don Fernando Ortíz, la música yorubá ocupa, por primera vez en nuestro país, los escenarios teatrales.

En el teatro Campoamor, de La Habana, fue presentado un concierto afrocubano auspiciado por la Sociedad Hispano-Cubana de la Cultura.

La velada, a cargo de tambores batá y un coro mixto, comenzó con una invocación a los dioses africanos, pronunciada por el propio Fernando Ortíz. El eminente intelectual narró al público episodios históricos de la presencia yorubá en Cuba, y comentó en torno a los aportes culturales traídos a la Isla por los esclavos africanos.

Tras una detallada explicación de la complejidad sonora y ritual de los tambores batá, Don Fernando Ortíz presentó a los músicos que ofrecieron el concierto, entre los cuales estuvo Jesús Pérez, un virtuoso en la ejecución y fabricación de tambores que integraría, años más tarde, el núcleo fundador del Conjunto Folklórico Nacional.

Con su impecable actuación en el teatro Campoamor, Jesús Pérez y los demás integrantes del elenco ofrecieron una clase magistral reveladora de la decisiva presencia de la cultura africana en las raíces mismas de nuestra identidad.

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